Desde su inicio los dibujos animados fueron destinados a enviar mensajes positivos y educativos, con el pasar de los años se fueron dirigiendo a distintos públicos no tan infantiles y con diferentes temas muchas veces poco educativos e incluso con contenido social, político, religioso o adulto, que emitían mensajes llenos de sátiras y doble sentido, causando en el espectador una identificación con los personajes hasta llegar a crear una cultura en los jóvenes tele adictos.
Por lo general los tele espectadores desde los 3 años ya empiezan la aventura del entretenimiento animado, causando un movimiento entre personas de la misma edad, llegando a tener un intereses en común; en el caso de los niños, las intrépidas aventuras de súper héroes los lleva a un mundo de fantasía donde ellos son protagonistas, el problema se suscita en el momento que se confunde con la realidad, tratando de imitar a un superman con el poder de volar o a un Goku con destreza en las artes marciales, las consecuencias de esas acciones no son medidas por los menores de edad, llegando a trágicos accidentes entre los involucrados.
El papel de los padre es fundamental en estos casos, ellos son los únicos quienes pueden prohibir o permitir que tipos de caricaturas pueden ver, siempre con la advertencia de que el mundo de la televisión en estos programas, no son reales y que viven solo en la imaginación del creador de la serie, bajo esa indicación los niños tendrán mayor cuidado con actos inapropiados para la vida real, que incita este mundo de ficción de los comics.
En cuanto a los adolescentes, los mensajes que reciben de sus programas animados favoritos es mas radical en cuanto a imágenes y contenidos, los colores vivos y variados, los temas siempre cargados de rebeldía, desobediencia, violencia física y en ocasiones temas sexuales, llevan a este grupo de tele adictos a tener una misma idea de vida, a enfrentar a los problemas con rebeldía y sarcasmo, a burlar todo obstáculo cotidiano y encarar situaciones reales con temáticas de los programas con los cuales se identifican. La transformación de la realidad a la fantasía se vuelve una cultura de vida en los adolescentes que adopta este tipo de comportamientos.
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